LA CARA AMABLE DE LA VIDA
LA CARA AMABLE DE LA VIDA
Últimamente me estoy quejando más de la cuenta. Y digo más de la cuenta porque no quejarnos nada, por muy ideal que parezca, es casi como alcanzar la perfección y eso, de momento, se lo voy a dejar a los grandes maestros. Yo con quejarme muy poquito me vale.
¿Por qué te quejas?
La queja es la manifestación de inconformismo, un resentimiento o un disgusto, que se tiene por algo o por alguien. Si es por algo puntual, uno se queja en ese momento, se gestiona el resentimiento o disgusto y se pasa, es algo aislado. Si no es aislado, sino que entramos en una dinámica de queja continua, sí que debemos de pararnos a pensar, qué y por qué nos disgusta tanto, si realmente es importante o si es porque nos hemos metido en la espiral del inconformismo.
Evidentemente, se entra en la espiral del inconformismo por algo, así que, lo mejor que podemos hacer, es descubrir cuanto antes ese algo y ponernos en marcha para solucionarlo.
A veces, podemos solucionarlo rápido y otras veces, puede ser un proceso que requiere tiempo. Mientras lo solucionas, lo que sí puedes hacer es…
Mirar la cara amable de la vida
Dicen los maestros que siempre que hagas algo, lo hagas con entusiasmo, porque así, el mensaje que envías al Universo es positivo y te enviará cosas buenas y positivas en tu vida. Se trata, simplemente, de disfrutar de todo lo que hacemos, encontrando y resaltando todo lo bueno de esa acción. ¡Simplemente! Pues sí, simplemente. Porque si no lo vas a poder disfrutar o hacerlo con entusiasmo, mejor no lo hagas…
¿Cómo se mira la cara amable de la vida? ¡Pues mirando! Seguro que, si cada vez que entras en esa espiral de quejas, paras de hacer lo que hacías, das un paseo y respiras, podrás pensar en todo lo bueno de esa misma situación. Aun siendo una situación que no nos gusta nada, podemos sacar algo positivo que nos haya aportado, ya sea un aprendizaje, personas que hemos conocido, un paso intermedio para llegar a algo mejor, etc. Siempre hay algo que agradecer, aunque sea el aprendizaje que nos ha aportado esa experiencia, porque de todo se aprende. Se trata de enfocarnos en lo bueno y no en lo malo.
Esto NO significa que nos quedemos viviendo una y otra vez esa situación que no nos gusta nada. Sino que, mientras estamos en ese proceso de cambio, vivamos las situaciones de la mejor manera posible.
Un ejercicio fácil que puedes probar cuando empieces a quejarte, por eso que ya sabes y que estás cambiando, es el siguiente:
1. Deja de hacer lo que hacías.
2. Si tienes posibilidad, sal a la calle. Si no la tienes, busca algún lugar tranquilo, el lavabo, por ejemplo.
3. Respira profundamente 3 o 4 veces.
4. Piensa en tres cosas positivas, que te han pasado por vivir esa situación, de las que estás agradecido. Y quédate con esa sensación de agradecimiento.
5. Vuelve a lo que hacías…
6. Repetir los puntos anteriores, cada vez que te descubras quejándote por lo mismo.
7. Continuar con tu proceso de cambio.
Esto es como todo, requiere práctica y constancia. ¿Hasta cuándo hay que practicarlo? Siempre…
¿Y tú? ¿Sabes ya por qué te quejas? ¿Lo vas a cambiar? ¿A qué esperas?
¡Recuerda! LA VIDA ES HOY
By Marta Pintado



Hace unos días, cuando analizábamos si te gustaba tu trabajo, una de las preguntas que te hacía era, si querías seguir haciendo las mismas acciones en tu trabajo o si querías avanzar o moverte en alguna dirección. Otra era, si tus acciones o tareas son suficientes para ti o si por el contrario te sentías estancado…
Si algo bueno tienen las vacaciones, es que de repente eres totalmente dueño de tu tiempo. En realidad, siempre eres dueño de tu tiempo, pero no ejercemos este poder hasta que estamos de vacaciones. Es como si de pronto nos dieran el permiso, que ya tenemos, para hacer lo que realmente queremos. Y entonces vas escuchando a casi todo el mundo… -¡A partir de mañana vacaciones!-. Y van dando saltos de alegría con una sensación de libertad y liberación, como si durante el resto del año estuviesen encerrados o encadenados a una bola de hierro pesada que van arrastrando día tras día.
Creo que todos tenemos (o deberíamos tener) por lo menos tres palabras mágicas. Son esas palabras que cuando te las dices a ti mismo o las escuchas de alguien, producen automáticamente en ti, esa sensación de bienestar o calma que en ese momento necesitabas casi tanto como respirar. Más efectivas que la mejor medicina, infusión o remedio casero que pueda existir.

